La nueva entrega de la Tierra Media narra la historia de la princesa Hera y explora el origen del legendario Abismo de Helm
Cuando los amantes del cine son preguntados por su saga favorita, muchos, sin pensarlo, citan la historia de fantasía épica escrita por Tolkien y adaptada por Peter Jackson. La trilogía de El Señor de los Anillos unió a crítica y fans de todo el mundo, quiénes siguen catalogando a esta serie de películas como legendarias obras de arte. Desde entonces, han surgido diferentes proyectos enfocados en la Tierra Media, pero ninguno lo suficientemente brillante para acercarse a la calidad de los títulos originales.
El 5 de diciembre, una nueva entrega de la franquicia ha llegado a las salas de cine con un formato único, jamás utilizado para adaptar el mundo pensado por Tolkien, el anime. El señor de los Anillos: La guerra de Rohirrim (2024) es una nueva película precuela que se ubica 183 años antes de los acontecimientos de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (2001), para contarnos la historia de origen del legendario Abismo de Helm, centrándose en el noveno rey de Rohan, Helm Mano de Martillo, y su hija, la princesa Hera.
Una oportunidad desaprovechada de adaptar la Tierra Media
La decisión de crear un anime, proporcionaba al estudio un sinfín de posibilidades para adaptar escenarios y personajes fantásticos que ya hemos visto en los títulos originales, con la libertad creativa que permiten las películas de animación. Para ello, Warner apostó por un maestro de estas técnicas, el director de cine japonés Kenji Kamiyama (Ghost in The Sell). Y lo cierto es que, aunque en su momento la elección pareció ser correcta, el resultado no ha terminado de justificarla.
Las técnicas de animación utilizadas en la cinta desentonan y no son propias de una franquicia de este calibre. A pesar de que este nuevo film cuenta con algunas secuencias de excelsa calidad visual, la integración de la animación 2D con fondos hiperrealistas no termina de funcionar. De hecho, a veces los movimientos de los personajes principales se ven forzados y lejos de cualquier comprensión física. Además, en las escenas de acción en las que aparecen una gran cantidad de personajes, la animación sufre, y hay enemigos que de un momento a otro pierden los rasgos de su rostro.

La elección de Philippa Boyyens, ganadora del Óscar en 2003 por su trabajo como miembro del equipo de guionistas en El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (2003), tampoco ha funcionado. La historia no es mala, y de hecho, logra entretener, pero el pesado recordatorio de que esta cinta forma parte de la historia original ha terminado dañando al título, y el exceso de guiños y referencias a las anteriores películas no han permitido que esta nueva entrega alcance su propia identidad.
Una historia entretenida, que cuenta con demasiados personajes planos
Este largometraje cuenta con dos personajes que destacan por encima del resto. Hera, quién se convierte en un excelente ejemplo de mujer empoderada que batalla sin miedo contra las convenciones y pensamientos de una sociedad patriarcal, y Helm Mano de Hierro, que se muestra como el personaje más molón de la película y nos regala momentos dignos del anime más loco y sangriento que queramos imaginar.
Todo lo contrario sucede con Wulf, antagonista de este título, ya que sufre una evolución demasiado forzada, lo que le otorga una personalidad muy simple y previsible. Y es que en general, este título muestra a personajes lineales, que no tienen profundidad ni evolución, cuya importancia decae tras cumplir una determinada misión, lo que les proporciona una personalidad digna de cualquier NPC en un videojuego de aventuras.

En definitiva, El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim es un experimento fallido que intenta, pero no logra, vivir de su legado. A pesar de que la película cuenta con momentos interesantes y una buena banda sonora, que sin ser memorable, dota al título de cierta épica, quiere recordar en demasía que el universo de El Señor de los Anillos está vivo, con un sinfín de guiños y referencias que esperan agradar a los fans y sostener la historia. Además, los personajes no funcionan, y la animación empleada en la película se convierte en una oportunidad pérdida de plasmar la espectacularidad del universo de la Tierra Media en un proyecto de animación.