Gints Zilbalodis se cuela de lleno en la temporada de premios con Flow, una película de animación que cuenta con dos nominaciones en los premios de la Academia y con una en los Goya
Parece mentira que una película de animación, sin diálogos, sobre un gato que intenta sobrevivir a un tsunami en una sociedad postapocalíptica pueda arrebatar a Titanic (1997) el ranking de la película más vista en todo un país entero. Ha sucedido en Letonia. El segundo largometraje de Gints Zibalodis ya es el film más visto en la historia del país europeo. Flow es una historia tierna y emocionante cuyo poderío visual trasciende al generado por la palabra.
El hombre orquesta
En efecto, lo más característico de Flow es la ausencia total del diálogo hablado, aunque en ningún momento juega en su contra. Desde el minuto uno, el director te invita a abrazar un mundo en el que entras de lleno no solo debido a la ternura que derrocha nuestro amigo felino, sino también por la belleza estética que esta distopía posee.
No es para menos, Zibalodis ha acertado en cada toma de decisiones. El cineasta letón no solo ha dirigido el largometraje, también ha realizado las labores de guionista, productor, compositor, montaje y animador digital del mismo. Flow lo convierte automáticamente en la deidad de su propio universo, reafirmando un estilo propio que ya dejó entrever en Away (2019), su primer largometraje.

Como mirarte en un espejo
Existe la posibilidad de preguntarse qué ha pasado con la raza humana en la sociedad que propone Flow. Quizás carezca de importancia, ya que Zibalodis no emplea ni un segundo del metraje en intentar explicarlo, aunque es posible sacar conclusiones.
El mundo en el que se desenvuelve nuestro peludo protagonista resulta de lo más apacible, pero durante los primeros compases de la película y, sin explicación aparente, todo el ecosistema terrestre se ve sumergido en cantidades incalculables de agua. Flow guardará refugio en una barcaza junto con unos compañeros de lo más peculiares: un perro, un lémur, una capibara y un pájaro secretario (reconozco haber buscado el nombre de este ave cuya existencia me resultaba del todo desconocida). A pesar de sus diferencias, los cinco tripulantes deben aprender a cooperar para poder superar todas las adversidades de un camino que no les será nada fácil.
Gints Zibalodis parece dictar sentencia en su propio juicio. O bien trata de hacer ver a una sociedad cada vez más dividida que, si somos capaces de dejar nuestras diferencias a un lado, somos capaces de superar cualquier infortunio. O, directamente pretende decirnos que los animales son mejores que muchos de nosotros.

Con tan sólo 83 minutos de metraje en los que no se pronuncia ni una sola palabra, Flow es capaz de tenerte pegado a la pantalla. Zibalodis ha logrado crear una obra que, aunque sencilla, es lo suficientemente sólida y emocional como para acabar con los ojos húmedos. Huele a Oscar y Flow no tiene el más mínimo miedo de jugar con los premios de la Academia como si de un ovillo de lana se tratase.