Jacques Audiar se reinventa con un nuevo coctail de géneros en el que brillan Zoe Saldaña, Karla Sofia Gascón y todos sus números musicales

Tras el éxito cosechado durante su paso por Cannes, Jacques Audiar (Deepan, Los hermanos Sisters), estrena Emilia Pérez el próximo mes de diciembre, alzándose como firme candidata a los Oscar en representación del país francés. Una historia dramático-musical sobre un temible cártel mexicano cuyo objetivo es dejar atrás el negocio del narcotráfico y convertirse en la mujer que siempre ha querido ser.

Dando un breve paseo por su filmografía, la primera conclusión que podemos sacar es que Jacques Audiar se atreve con todo. Desde un drama sobre un guerrillero de Sri Lanka que huye a Francia para buscar refugio y que le valió la Palma de Oro en 2015, hasta un western sobre la relación de dos forajidos que tratan de dar caza a un buscador de oro —ambas películas mencionadas en el primer párrafo, adivinen—. Este año, el cineasta francés se pone a prueba con un nuevo crossover de géneros.

El melodrama

Emilia Pérez es, ante todo, un melodrama. ¡Y qué melodramón! El film arranca con una propuesta clandestina: Rita (Zoe Saldaña), una abogada, ha de ayudar a Manitas del Monte (Karla Sofía Gascón), un temible narcotraficante, a dejar atrás la vida delictiva fingiendo su muerte para realizar un cambio de sexo —procésenlo, lo han leído bien—. La película gira en torno a la relación que Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón) intenta restablecer con su familia sin que estos descubran su verdadera identidad.

Pero no es la única trama en la que se desenvuelve la obra. A esto hay que sumarle las características propias de un melodrama: líos amorosos, engaños y traiciones. Y en medio de todo esto Rita, la única conocedora del secreto que esconde Emilia. Zoe Saldaña —inconmensurable— entiende totalmente a su personaje y se desenvuelve a la perfección tanto en el arco dramático del mismo como en los escenarios de los números musicales. Está totalmente entregada y Rita parece ser el papel de su vida. 

Nada lejos queda Karla Sofía Gascón que, además de bordar los dos papeles que interpreta, es la encargada de aplicar los puntos de humor a la historia. Un humor muy característico, por cierto. De esos que aparecen en momentos tremendamente incómodos propios del cine de cierto director español. Y el timing que la actriz maneja es el ideal, el papel le va como anillo al dedo. 

El musical

Audiar abraza el género musical —tan amado por unos y, a veces injustamente, odiado por otros—, y lo establece como uno de los mecanismos para contar la historia. Pero no lo hace en su forma más pura. En Emilia Pérez no encontramos temas con un marcado leitmotiv como los compuestos por Justin Hurwitz, Jonathan Larson o Leonard Bernstein (La La Land, Tick, Tick…Boom! y West Side Story respectivamente). Tampoco encontramos composiciones mainstream cuyo destino final es terminar sonando en radiofórmulas o viralizarse en vídeos hechos para la red social de turno. Sus compositores, Camille y Clément Ducol, entrelazan los temas musicales con el guion con el objetivo de dar profundidad a los personajes e intensificar el melodrama en el que se ven envueltos y lo hacen, a veces, sin atender a rimas o a estructuras propias de la música convencional. Como si de un discurso acompañado de música se tratase. Como si el género urbano convergiese con el rock o el pop.

El narcotráfico

Y por si fuese poco el peso dramático que aportan los problemas familiares de una mujer que transiciona en secreto tras fingir su muerte y pretende recuperar los lazos de afecto con sus hijos sin que sea descubierta, el peligro acecha a la vuelta de la esquina. Audiar apuesta por el narcotráfico como amenaza patente. Aunque no es ni mucho menos la temática principal de la película, la subtrama narcótica apoya la historia tanto dramática como técnicamente. Al principio del film los personajes se ven envueltos en un ambiente hostil —el mundo del narcotráfico, propiamente dicho—. Dicha hostilidad, además de aportar una carga dramática que perseguirá a las protagonistas hasta el final de la película, es visible en el uso de la luz y el color. Audiar apuesta por un ambiente oscuro y sombrío que cambia radicalmente cuando el personaje de Karla Sofía Gascón transiciona. La dirección de fotografía apoya ese cambio, haciendo palpable la evolución radical del personaje.

Los puntos sobre las íes

Posiblemente, el potencial de Emilia Pérez radica en su autoconsciencia de saber qué película pretende ser. No se esconde ni se avergüenza de sí misma en ningún momento y explota sus cualidades al máximo. El resultado es una obra que derrocha personalidad a raudales. Una película cuyo mix genérico llega incluso a cuestionar el éxito del funcionamiento del film. Porque sí, por momentos no sabes por qué todo parece estar en su sitio… el caso es que lo está. Y ese es el juego de la película. Esa pequeña genialidad.

Aunque si hay algo que parece estar fuera de lugar dentro de la obra de Audiar es el (algo) desproporcionado acento que propone Selena Gómez quien, a pesar de ser conocedora de nuestro idioma, denota la incomodidad propia de un hablante no nativo. Una pequeña mancha que para nada empequeñece el film de un director que ha demostrado saber hacer de un melodrama tremendamente trágico una pseudo-comedia al más puro estilo almodovariano.