La nueva película de Disney narra los orígenes del legendario rey de la sabana, y explora la relación con su hermano Scar
En 2019, y tras estrenar un sinfín de precuelas, secuelas y remakes de sus historias animadas originales, Disney pensó que había llegado la hora de adaptar el El Rey León (1994) en ‘live-action’. Y a decir verdad, en términos de recaudación, el estudio no se equivocó. Su apuesta fue un completo éxito en taquilla, y la cinta superó los 1.600 millones, convirtiéndose, hasta el momento, en la décima película más taquillera de la historia.
Tras este triunfo, solo era cuestión de tiempo que Disney planeara una nueva historia para estos personajes. Cinco años más tarde, Mufasa: El Rey León (2024) ha llegado a los cines. Es esta ocasión, la película se ubica tras los acontecimientos de su antecesora para contarnos, a través de flashbacks, los orígenes del legendario rey de la sabana.
Una historia divertida y entretenida que aborda, con éxito, los orígenes de sus protagonistas
Barry Jenkins, galardonado con el Óscar por Moonlight (2016), dirige esta nueva película. Y lo cierto es que lo hace con buena nota. El director estadounidense logra expandir una de las franquicias más queridas del mundo con una trama simple pero coherente que explica el origen de Mufasa y explora la relación con su hermano Scar.
El nuevo largometraje de Disney cuenta a la perfección el vínculo de estos dos leones y nos explica cómo, a medida que crecen, y en base a su toma de decisiones, terminan adquiriendo unos valores y una personalidad totalmente contraria. De esta forma, el director dota de un contexto a unos personajes, que si bien son muy queridos por el público, hasta el momento carecían de una historia de origen.

Mufasa: El Rey León es una gran historia y cuenta con momentos que sin duda rememoran el título original. Sin embargo, la película se esfuerza, en exceso, en recordar al espectador que está viendo una película de esta franquicia. Además, varias secuencias se sienten forzadas y apresuradas, sobre todo al principio de la historia, lo que puede provocar un problema a la hora de conectar con los personajes.
El largometraje dota a personajes secundarios de una historia, y lo cierto es que esta decisión, a pesar de ser atrevida, resulta más que correcta, ya que estos relatos a veces resultan más interesantes que la propia trama principal. El origen de Rafiki es un claro ejemplo. Además de ejercer de narrador de la historia de Mufasa, el mandril cobra protagonismo dentro la trama, lo que nos permite conocer su historia.

Como es habitual en las películas de esta franquicia, Timón y Pumba participan en la historia aportando un toque humorístico a la trama. Aunque en esta ocasión, sus intervenciones pueden sentirse algo forzadas, e incluso pesadas. Kiara, hija de Simba y Nala también aparece en esta nueva cinta, pero su papel carece de importancia.
Los antagonistas tampoco se lucen en esta nueva entrega. Los villanos no están al nivel de la franquicia, y a pesar de que la película se esfuerza por explicar su origen y objetivos, no es suficiente para empatizar con ellos.
Una experiencia visual sobresaliente, pero un fracaso musical
Visualmente, la película sobresale gracias a una excelente fotografía y a una gran ambientación en la que se presenta una diversidad de escenarios completamente nuevos. La composición estética y gestual está notablemente lograda. Mientras que en 2019, la insistencia por crear una animación excesivamente realista limitó la gestualidad de los personajes, en esta ocasión, la película presenta una animación más que correcta que permite al espectador sentir cualquier emoción. Es cierto, que las películas de animación originales todavía están muy por encima, pero Disney ha escuchado las críticas y se ha esforzado por mejorar el trabajo de la película anterior, y eso siempre se ha de agradecer.

Las canciones creadas para este título no son para nada memorables. Sin embargo, la película acierta incluyendo la banda sonora original creada por Hans Zimmer, ya que conmemora la historia original y logra transportar al público a su infancia.
En definitiva, la película es entretenida y atrevida, capaz de hacernos reír, cantar y hasta llorar. Además, cuenta con unos detalles técnicos y estéticos muy logrados, y una ambientación sobresaliente. Si bien, hay decisiones que pueden ser cuestionables, logra contar una gran historia a pesar de conocer previamente su final, dotando a los personajes de un pasado sin manchar la excelencia que la película original alcanzó en 1994. Por ese motivo, Mufasa: El Rey León es una historia que honra su legado.